El "Velo del Templo" se rasgó y Dios nos mostró su rostro... el de Jesucristo, que nos mira cara a cara, nos mira directo al corazón.
Nosotros hemos reflexionado que máscaras nos ponemos en la vida, bajo que nos ocultamos, con qué nos maquillamos... ¡y nos pusimos la máscara! Y delante del Señor en la Eucaristía nos hemos descubierto, lo miramos cara a cara y quemamos nuestra máscara, todo eso que nos sobra en la vida y nos hace mirar a los demás y a Dios de otra manera.
¡¡Ésta fue sin duda una tarde inolvidable!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario