Con un pequeño acto de despedida y bendición del peregrino presidido por nuestro Obispo comenzamos la marcha y sin tardar mucho, nos juntamos con otros grupos de jóvenes, que acompañados por sus sacerdotes, decidieron unirse a nuestra peregrinación desde otros puntos.
Por los arcenes de la carretera a Maceda marchábamos, paso a paso, una hilera de más de 80 jóvenes, causando el asombro de los que a esa hora circulaban en su coche por dicha carretera.
Y sin prisa pero sin pausa; fuimos completando los kilómetros que nos llevaron a los pies de nuestra Madre en su Santuario del Monte Medo.
Nada más llegar, nuestros seminaristas del Mayor nos esperaban, como cada año, en la puerta para brindarnos una acogida excepcional, un detalle ante el que nadie quedó indiferente.
A las 7:30 horas, las naves del Santuario estaban llenas, los rostros jóvenes abundaban en el templo, y de nuevo nuestro Obispo se quiso hacer presente entre nosotros para presidir la Eucaristía. Sus palabras fueron de pastor, de padre, de amigo..., animándonos a potenciar y hacer valer nuestros talentos y a poner la oración como base en nuestras vidas.
Los jóvenes agradecemos de corazón el esfuerzo del señor Obispo por hacerse presente entre nosotros durante esta peregrinación a los Milagros; tanto en la despedida como en la Eucaristía.
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